Poeta romano cuyo talento narrativo, ingenuidad, inteligencia y alegría le
han asegurado una enorme popularidad desde su época hasta la actualidad. Nació
en Sulmona, cerca de Roma. Educado para seguir una carrera política, destacó
notablemente en el arte de la retórica, pero su genio era esencialmente poético
y dedicó la mayor parte de su tiempo y energía a escribir poesía. Tras heredar
la propiedad de su padre, Ovidio se trasladó a Atenas para completar su
educación. Posteriormente viajó por Asia y visitó Sicilia. A la edad de treinta
años, Ovidio se había casado tres veces y divorciado dos. Se le atribuyen
numerosas amantes.
Los detalles de sus romances se relatan en Amores, una serie de poemas que hablan de las diversas fases por las que pasaron
sus relaciones con una mujer llamada Corina (que probablemente encarna la
síntesis de varias figuras femeninas). Su vida privada fue la de un hombre de
letras libre de preocupaciones, adinerado y en cierto modo libertino. En Roma,
donde residió hasta cumplir los cincuenta años, se relacionó con la sociedad
más distinguida de la ciudad, incluido el propio Emperador Augusto. Sin
embargo, en el año 8 d.C. Ovidio fue desterrado a Tomis (hoy Constanza,
Rumania). Según el propio Ovidio, uno de los motivos de su destierro fue la
publicación del Arte
Amatoria, un poema sobre las artes amatorias demasiado exaltado para el gusto del
emperador, que se proponía emprender diversas reformas morales. Pero
probablemente esto no fue más que un pretexto, puesto que el poema llevaba ya
diez años en circulación.
Otra
de las razones, nunca revelada por Ovidio, pudo haber sido su conocimiento del
escándalo en el que estaba involucrada la hija del emperador, Julia. Pese a
todo, Ovidio no perdió su ciudadanía y nunca abandonó la esperanza de ser
repatriado, como manifiesta en los numerosos poemas que escribió para sus
amigos durante su exilio en Tomis; pero tanto sus expectativas como las de sus
amigos resultaron vanas. Ovidio murió en Tomis, tras ser nombrado ciudadano de
honor de esta localidad.
La poesía de Ovidio puede dividirse en sus obras de juventud, sus obras de
madurez, y el periodo del exilio en Tomis. Durante su primera época, Ovidio
continuó la tradición elegíaca de los poetas Sexto Propercio y Albio Tibulo, a
quienes conoció personalmente y admiró. Los Amores son poemas eróticos centrados en el romance con una mujer llamada
Corina, que contienen escasos sentimientos auténticos y se caracterizan por su
ingenio y su deliberada artificiosidad. También compuso poemas didácticos,
entre los que cabe destacar Medicamina
faciei, Femineae, un fragmento sobre cosmética, y una retractación en tono burlesco del Arte Amatoria, Remedios de amor. Medea, una tragedia muy alabada por los críticos antiguos, se ha perdido casi
por completo, y sólo se conservan unas líneas. El interés de Ovidio por la
mitología se refleja en sus Heroidas
o Epistuale Heroidum, veintiuna cartas de amor ficticias, dirigidas por heroínas mitológicas a
sus amantes.
Durante esta época Ovidio escribió las Metamorfosis, un largo poema en quince volúmenes que recoge diversas historias y
leyendas mitológicas sobre el tema de la metamorfosis o transformación. El
poema comienza con la primera gran metamorfosis, la creación del universo, y
concluye con la muerte y la deificación de Julio César. Muchas de las historias
muestran la relación entre los mortales y los dioses, las consecuencias de la
obediencia o la desobediencia, y su posterior recompensa o castigo en una
transformación final. Es en esta obra donde los temas presentes en la poesía
anterior de Ovidio, el amor y el erotismo, se abordan con mayor profundidad, en
un intento de explorar las diversas emociones humanas, y donde el talento
narrativo y descriptivo del autor brilla con más fuerza que nunca. El libro se
ha convertido casi en un manual de mitología griega. La otra gran obra de este
periodo intermedio es los Fastos, un calendario poético que
describe las diversas fiestas romanas y las leyendas relacionadas con cada una
de ellas. De los doce libros que configuraban el proyecto original, uno por
cada mes del año, sólo se conservan los seis primeros.
Las obras compuestas durante el exilio están impregnadas de intimismo y
melancolía. Entre éstas destacan los Tristes, cinco libros de elegías que relatan su infeliz existencia en Tomis y
apelan a la clemencia de Augusto; las Pónticas, cartas poéticas de tono similar a las anteriores; el poema breve Ibis, que contiene una serie de maldiciones para destruir a un enemigo
personal, y Haliéutica, un poema del que sólo se
conservan algunos fragmentos. La nuez y Consuelo a Livia, se consideran no
escritas por el autor. A excepción de las Metamorfosis y Haliéutica, ambas escritas en
hexámetro dactílico, toda su poesía está compuesta en pareados elegíacos, un
tipo de verso que alcanzó con Ovidio la máxima perfección formal. La
popularidad de Ovidio continuó después de su muerte, a pesar de que Augusto
retirara sus obras de las bibliotecas públicas. Su influencia fue enorme
durante la edad media, tanto en el mundo académico como entre los poetas y
trovadores. Cuando se desarrolló en Francia el concepto de amor cortés, la
influencia de Ovidio se dejó sentir con fuerza en el Roman de la Rose, el libro
que exponía esta filosofía. La fama de Ovidio creció durante el renacimiento.
Francisco Sánchez de las Brozas, el humanista español del siglo XVII, lo tradujo
al castellano, aunque Juan Ruiz, el arcipreste de Hita, ya había recogido
alguno de sus cuentos en el Libro del buen amor, que Menéndez Pelayo ha visto
como una glosa del Arte amatoria. También Ludovico Ariosto y Giovanni
Boccaccio, en Italia, y Geoffrey Chaucer y John Gower, en Inglaterra, basaron
en los relatos mitológicos de Ovidio gran parte de sus cuentos románticos.
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